HISTORIA DE LA PIEDRA
Peregrinaciones, oraciones y sacrificios se recuerdan con el afán de motivar a Dios y a los hombres para la gran hazaña. No habían terminado de construir el templo parroquial y ya la piedra era un propósito ineludible. Entre tanto Luis Villegas, casado con su “Magola” entregado a la faena de levantar de su familia y economía trabajando duramente en la tierra del café (Quindío y Valle del Cauca) y donde hubiese cosa por hacer. Hecho un padre de familia con 10 hijos por delante, llegó una vez para participar de las fiestas patronales de la Virgen del Carmen. Conocía el sermón anual del predicador Alfonso María Montoya Velásquez quien además de predicador era un excelente poeta.
Fotografía de Alberto Palacio. |
Montoya venía a celebrar novena, cuarenta horas y fiesta mayor todo 16 de julio, declarado admirador de la roca a la que llamó “Gigantesca atalaya de la altura”, afanoso por arengar a los fieles llegó a decir: “las gentes de estas tierras se parecen a los sapos, viven bajo la piedra y se quedan en la contemplación admirándola pero les da temor saltar a escalarla, subirla y habitarla. Sabrán saltar pero les da miedo hacerlo. Sí!, son como los sapos la gente de Guatapé. Se pasan la vida contemplando las alturas desde abajo y con miedo a lanzarse a saltar más alto, tan alto como para escalar esa roca milenaria, premios habrá allá arriba y sino, en el cielo para quien se atreva".
Esto persuadió definitivamente a don Luis
Villegas para desistir de las fiestas del pueblo desde el once de julio de ese
año (1.954) y en compañía de Pedro Nel Ramírez, Ramón Díaz y Arcenio Arcila marchó con la decisión de escalar la
piedra.
Por la tarde volvían al pueblo arrastrados y cansados a
oír misa y comulgar, Arcenio se fue a
confesar y no contó con que el confesor era enemigo de la escalada, razón por
la cual le dejó como penitencia no insistir en tan riesgosa tarea “porque quien
se juega la vida intentando escalar tamaña roca está atentando contra su propia
vida y está cometiendo un pecado mortal, cuando el deber como católico es estar
rezando y asistiendo a las fiestas mayores de pueblo”, fue la sentencia del
confesor.
Escalador de La Piedra. |
Entre tanto, el
padre Montoya vociferaba en su sermón desde el púlpito: ¡Quién será! ¡Cuándo
será! ¡Quién dará ese premio a la virgen! ¡Cuándo nos traerán esa buena nueva para mayor gloria de Dios y
la de sus herederos!. Entre sermón y sermón, tres hombres coordinados por
Villegas silenciosamente se daban a la dura faena de ver la piedra bajo sus
pies. Iniciaron el lunes 12 de julio a las 9:00 a.m. y el viernes 16 del mismo
mes, día clásico de la Virgen del Carmen
plantaron en la cima la bandera entre árboles y ramas. Por bandera colgaron una
camisa roja, lo único que les quedaba sano de su ropa, sobre un arbusto seco y
aunque los escaladores eran de raigambre conservadora no faltó quién dijera que
habían izado el pabellón rojo para que los liberales se ufanaran falsamente de las
hazañas de su partido. Tal faena se logró luego de insistir por el flanco
oriental curiosamente uno de los lados de mayor altura pero que presentaba
un agrietamiento con innumerables
opciones para enclavar varillas y chaflanes.
Esa misma noche, Colombia supo del acontecimiento por los
escasos medios radiales que cubrían la nación, así lo registraron los diarios
al día siguiente. Hubo misa de reconocimiento con romería pólvora y fiesta con
la presencia de representantes del ejército nacional, la policía, el gobierno
eclesiástico, civil y la educación pública. Hubo medallas y menciones para los
héroes.
Piedra Peñón de Guatapé. |
Después de la aventura de lograr la cima de la piedra con
métodos tan rudimentarios como una improvisada escalera, unos lazos caseros,
martillos y varillas de hierro a manera de barrotes robadas del demolido
comulgatorio, y extraídas de las corralejas de don Luis Arcila.
Después de todo, don Luis Villegas seguía enfrentando la
dura situación económica familiar con el
compromiso de velar por su conquista. Marchó a tierras del valle del Cauca y a
la zona cafetera de nuevo a hacer ahorros para volver a comprar un pequeño lote
frente a la piedra, compró a Dolores Martínez un lote a los pies de la Piedra y
allí levantó un rancho de paja y madera para vender fresco y cerveza.
Poco a poco labró escalas de madera por un canalete
diferente del de la primera escalada ubicado en el flanco norte del peñón.
Cobrando por la subida y ahorrando, pudo comprar uno a uno los lotes
circunvecinos hasta darle la vuelta completa y poner la piedra en mitad de su
finca, abrió banca de carretera para llevar carro hasta la puerta de las
escalas; después vendrían las escalas de cemento.
REFERENCIAS:
Por la calle del recuerdo, Guatapé 200 años, Álvaro Idárraga Álzate, 2.008, pág. 330, 331,
332 y 333.
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