PARA RENACER

La emisora parroquial fortaleció su campaña. Parecía que su nombre fuera “GUATAPÉ NO HA MUERTO” y no ondas del Nare, las emisiones de la radio invitaban a no desistir de la fortaleza que debía tener un pueblo en los momentos más difíciles, se trataba de robustecer el sentido patrio y la unión con objetivos comunes. “No sólo vamos a salvar al pueblo sino también a agrandarlo y engrandecerlo”.

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También hubo quien desconfiara de tales entusiasmos y burlara e hiciera chiste de mal gusto.

Por fortuna, la mayoría del pueblo estaba compuesto por personas trabajadoras, sencillas y optimistas a quienes les urgía avanzar con gana y garra, eran aquellos cuya misma situación económica no les permitió abandonar su nido, personas de receptiva fácil con iniciativas de vida y crecimiento comunitario. Esa fue su salvación.

Desde entonces, las fiestas, procesiones y desfiles de conductores y lancheros por calles, carreteras y en especial por el embalse haciendo honores a su patrona ha adquirido todo el significado de amor, respeto y agradecimiento a la Virgen del Carmen. Todo acontecimiento social en Guatapé adquirió un carácter especial de redención y así mismo se vive hoy, varias décadas después.

Por las noches y después de la misa era frecuente ver a las familias reunidas en torno al dial de la borrosa emisora parroquial dispuestos a escuchar sobre los avances del proceso de pavimentación que todavía no empezaba, enterarse quienes decían “sí a la pavimentación de las calles” y se comprometían con la oferta del cemento pagándolo por cuotas hasta ver el frente de su casa con piso firme.

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Empresas Públicas de Medellín se niega rotundamente a pavimentar la parte del pueblo que no se inundó. No es su compromiso. El gobierno departamental no tiene en sus planes ayudar a pavimentar las calles de Guatapé, son proyectos de iniciativa comunitaria que nada tiene que ver con el estamento departamental. Si nosotros no lo hacemos, nadie lo hará. Decía la radio.

El primer convite empezó donde “Manuel Tema” primera casa tienda a la vía cuando se venía de Medellín.

Todo el pueblo se unió para cumplir este objetivo; unos repartían pala y picos, otros rodaban en apuros las carretas con arena, piedra y cemento, grupos a manera de compañías, salían para Almanera y el Polverín en la vereda de El Rosario; marchaban en la volqueta del municipio para cargarla y traerla repleta de material triturado, los fogones en las calles levantaban espirales de vapor producto del sancocho colectivo en una fumarola de fiesta.

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Pero la consignia “Guatapé no ha muerto” hacía carrera en el inconsciente colectivo. Era un desafío para unos; la confirmación de un irreversible hecho para otros, hubo quienes dudaron de la voluntad del pueblo con sus mensajes premonitorios de una inminente derrota. Por fortuna, la mayoría consideraban el augurio como el peor presagio sino mejor como el reto más grande que alguno tuviera que afrontar.

En 1.982 cuando la comunidad caminaba alegremente por calles con piso de excelente placa de esmaltado hormigón gracias al esfuerzo comunitario, así mismo la plaza; sobraba aún entusiasmo para continuar con tareas comunes lanzándose más allá del desafío con la consigna: “vamos a embellecer el pueblo más feo”, se conformaron importantes comités como el de celebraciones y el de ornato de amoblamiento urbano.

Malecón Turístico.

Terminada pues la gesta de la pavimentación, todos los esfuerzos se centraron en la adecuación, remodelación, levantamiento y significación de la calle del recuerdo en memoria de aquel pueblo, de aquella calle, de aquella gente; obra entregada con todo su sentido al servicio de la imagen histórico-turística y patrimonial un poco antes de 1.983, año en que fue inaugurada.

Con estos y muchos otros presupuestos pocos alentadores algunos, se abre una interesante etapa en la historia del municipio, se venía alguna seguramente no sospechado, la puesta en funcionamiento del embalse con todo el impacto social que aquello conllevó fue sin lugar a dudas el advenimiento de una nueva etapa de la historia local no menos importante: la era del turismo. La época del turismo sinónimo de crecimiento económico y sociocultural. Empezó con el inicio de la década de los ochenta gracias al empuje de los líderes empeñados en darle la nueva cara al pueblo, reforzada más tarde con el proceso de pavimentación de la vía Marinilla-Guatapé y la incursión del comercio hacia la explotación del espejo de agua con toda suerte de aparatos náuticos para el servicio del visitante.

 

REFERENCIAS:

 

Por la calle del recuerdo, Guatapé 200 años,  Álvaro Idárraga Álzate, 2.008, pág. 41, 42, 43, 44, 45 y 48.